«...todo cuanto toco me produce dolor, y, rabioso por los suplicios que atribuyo a unas potencias desconocidas que persiguen y obstaculizan todos mis esfuerzos desde hace muchos años, evito a los hombres, descuido las relaciones sociales, declino las invitaciones y mantengo alejados a los amigos. En torno a mí se hace la soledad y el silencio: es la calma del desierto, solemne, horrible, donde por simple bravata desafío a lo desconocido, luchando cuerpo a cuerpo, alma contra alma...»

August Strindberg - Inferno, 1898
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